Gladys Gutiérrez, la superjueza de Maduro, vuelve a presidir el Supremo de Venezuela

Gladys Gutiérrez, la superjueza de Maduro, vuelve a presidir el Supremo de Venezuela

Perfil Gladys Gutiérrez, la guardiana electoral de Nicolás Maduro

«Asumimos esta nueva responsabilidad animados por el sentir del pueblo que confía en el poder judicial. Tenemos ingentes retos, pero los abordaremos con determinación. Queremos expresar nuestra gratitud al jefe de Estado por haber impulsado este nuevo paso en el perfeccionamiento del sistema de justicia». La superjueza Gladys Gutiérrezestá de vuelta, y por la puerta grande, al Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), órgano revolucionario clave en el andamiaje del poder de Nicolás Maduro que vuelve a presidir.

Desde el alto tribunal, con más de una década sin una sentencia en contra del gobierno, se persigue a la oposición, se asedia al Parlamento democrático, se expropia partidos y se consolidan los distintos fraudes electorales. Con Gutiérrez, sancionada por Estados Unidos por usurpar funciones legislativas y por Panamá por ser considerada persona de alto riesgo en materia de blanqueo de capitales, no habrá ni un solo paso atrás: sus sentencias son y serán siempre revolucionarias.

La guardiana electoral de Maduro, de 60 años, regresa así a un tribunal que ya presidió entre 2013, el mismo año que el «presidente pueblo» accedió al poder, y 2017. Su ejecutoria fue tan fiel que posteriormente fue premiada con la presidencia del Consejo Nacional Electoral (CNE), máxima expresión de la estrategia de puertas giratorias que aplica el chavismo con sus dirigentes. Una operación política en su día en la que también estuvo implicado el ex jefe del gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero.

La presidenta del TSJ viene de una etapa como embajadora de Maduro ante la Corte Penal Internacional (CPI) con la misión de obstaculizar el proceso de investigación dirigido por el fiscal Karim Khan. «Que ahora el TSJ esté presidido por quien hace días recibía instrucciones del Ejecutivo reforzará apariencia y evidencia de que existe interferencia política en el Poder Judicial, afectando seriamente la posibilidad de que se haga justicia», advirtió el internacionalista Mariano de Alba, asesor senior del International Crisis Group.

Pero todo esto no habría sucedido, o al menos se habría dificultado, sin la colaboración estrecha de Juan Carlos Monedero, cofundador de Podemos, y de otros dos miembros de su partido. Gutiérrez ejerció como embajadora en España y fue allí, gracias a sus viajes amistades, donde consiguió el requisito imprescindible que le faltaba para acceder a lo más alto del tribunal: aprobar su tesis sobre el «nuevo paradigma constitucional latinoamericano» en la Universidad de Zaragoza.

Un paso definitivo para desembarcar en el Supremo para que la superjueza, vinculada personalmente con Hugo Chávez hasta su muerte, supervisara la buena marcha de la hegemonía revolucionaria. Tanto que fue la encargada de rechazar en 2013 la apelación del candidato opositor Henrique Capriles, quien perdió frente a Maduro por apenas 200.000 votos en un proceso cargado de ventajismos e irregularidades.

En sus cinco años en España, hasta 2006, ejerció como ministra consejera, cónsul en Madrid y, finalmente, embajadora. Gutiérrez defendió con vehemencia los postulados chavistas y se enfrentaba a la prensa española mientras tejía sus relaciones con Monedero. En su día, en los bastidores políticos caraqueños se daba por seguro que fue la superjueza quien le abrió las puertas del Palacio de Miraflores.

Su estrecha relación con los dos mandamases revolucionarios ha marcado la vida de Gutiérrez, quien fracasó en sus dos intentonas electorales: cayó derrotada en la lucha por la gobernación de Nueva Esparta (isla Margarita) y sólo consiguió asomarse al Parlamento como diputada suplente.

No importaba, contaba con la protección directa de Chávez, quien también situó a su amiga Gladys, licenciada en Derecho por la Universidad Central de Venezuela (UCV), al frente de la oficina del Consejo de Ministros, en el Palacio de Miraflores.

«Los jueces hablan por sus decisiones», aseguró Gutiérrez durante su primera etapa en el TSJ. Mujer de pocas palabras y muchas sentencias, seria con su trabajo (la apodan Morticia por su gran parecido con la madre de la Familia Addams), ha permanecido alejada de los escándalos que han jalonado la carrera judicial de su antecesor, Maykel Moreno, con una condena por homicidio durante su etapa como policía y uno de los habituales de la dolce vita bolivariana.

Moreno y Gutiérrez repiten en el TSJ, al igual que la mitad de los magistrados, pese a que la Constitución dictamina que sólo se puede ejercer por un periodo. Salvedades sólo posibles en revolución.