Gabriel Boric negocia ya con la oposición chilena una nueva Constitución

Gabriel Boric negocia ya con la oposición chilena una nueva Constitución

Chile Los ex presidentes marcan el camino: una nueva Constitución no puede funcionar en un clima de división y odio

Chile miró este lunes hacia atrás y vio un proyecto de Constitución que quedará en eso: proyecto. Y miró hacia adelante y vio una hoja de ruta: negociación del gobierno con la oposición de derecha y de centroizquierda, consensos para llegar a la moderación y un peso mucho menor de los independientes y de los convencionales de los pueblos originarios en la redacción del nuevo texto. Chile vio, sobre todo, lo que era imposible ver hace tres años: un consenso transversal en la clase política acerca de la necesidad de tener una nueva Ley Fundamental. Pero ya no la que el domingo fue enterrada con el 62 por ciento de los votos.

El fortalecimiento del peso chileno y el alza de la Bolsa marcaron un día primaveral en Chile, un lunes bisagra en el que se discutió lo que sucedió, por qué sucedió y lo que debería suceder de ahora en adelante.

Para un sector, la victoria del «rechazo» es un triunfo sobre el «octubrismo», que es como se conoce en Chile a los sectores más radicales del movimiento de insurrección social iniciado el 18 de octubre de 2019. Un movimiento que marcó el inicio del camino de Gabriel Boric hacia el Palacio de La Moneda, porque fue el hoy presidente el que lideró un acuerdo para que la presión se liberara a través de la promesa de una nueva Constitución.

«La magnitud de la derrota sufrida por el oficialismo supone un aprendizaje muy importante para la democracia: no se puede apostar al uso o aprovechamiento de la violencia, por muy legítimo que parezca el fin deseado», escribió en «La Tercera» el analista Max Colodro. «El proceso constituyente que ayer terminó derrotado nunca pudo desprenderse de ese origen violento».

Jaime Bordel, un politólogo español que vivió por muchos años en Chile, cree que el aplastante rechazo al texto propuesto se debe a tres factores: «La desconfianza generada hacia el órgano constituyente durante el proceso de redacción del texto, las campañas difamatorias orquestadas desde los sectores más duros de la derecha y la movilización a favor del ‘Rechazo’ de una parte importante del centroizquierda».

El empaquetado del texto dañó incluso más que su contenido, añadió a EL MUNDO Bordel: «Un diputado se inventó que padecía cáncer y tuvo que abandonar su escaño, otro votó una moción desde la ducha. Hubo una serie de comportamientos que no estuvieron a la altura y generaron un clima adverso a la convención».

La movilización electoral -un 85 por ciento acudió a votar, todo un triunfo del sistema de sufragio obligatorio- dejó sin argumentos incluso a los más afectos al texto propuesto. «Lo de ayer fue una derrota fundada en errores individuales y colectivos que posterga el reconocimiento de los Pueblos Originarios», escribió en twitter Elisa Loncon, líder mapuche y primera presidenta de la Convención Constitucional.

A Boric, con 36 años el presidente más joven de América Latina, se le terminó la juventud este domingo, señaló la analista Paula Escobar. Líder del gobierno más a la izquierda desde el de Salvador Allende en los ’70, Boric debe ahora «entusiasmar más que alienar a adversarios y hacerse cargo de los temores de quienes votaron ‘Rechazo'», pero además «contener la frustración enorme de quienes votaron ‘Apruebo'».

El presidente se reunió este lunes con su núcleo duro político. Es inminente un cambio en posiciones clave del gobierno, al que desde varios sectores se le reclama más madurez y experiencia. Gobernar en medio de una crisis y un proceso constituyente llevó a que, en seis meses, Boric sufriera un desgaste equivalente a dos años. Para frenar ese deterioro es que el ex líder estudiantil viene hablando con el ex presidente Ricardo Lagos, un socialdemócrata asimilable al PSOE más clásico, que entre bambalinas y sin manifestarse claramente fue liderando el «rechazo». Chile no puede darse una nueva Constitución en un clima de «odiosidad», alega.

Así, el centroizquierda (socialistas y democristianos) de la ex Concertación cobra nuevos bríos, el Partido Comunista pierde influencia y Boric se ve obligado a negociar con todos. También con el centroderecha y la derecha, que ya dejó claro que quiere una nueva Constitución, aunque también que el presidente debe pagar el costo político de la derrota: este lunes sus representantes no fueron a la reunión convocada en el Palacio de La Moneda.