El futuro del deporte femenino tras el veto histórico de la FINA a los nadadores transgénero: ciencia, justicia y límites

El futuro del deporte femenino tras el veto histórico de la FINA a los nadadores transgénero: ciencia, justicia y límites

La peliaguda cuestión de la inclusión de las deportistas transgénero en las categorías de élite femeninas está viviendo en los últimos días grandes movimientos necesarios que deben llevar a una regularización firme de la problemática.

La primera institución relevante en dar un paso al frente ha sido la Federación Internacional de Natación (FINA) que ha decidido vetar a aquellas nadadoras transgénero que hayan iniciado su tratamiento reductor de testosterona una vez sobrepasada la pubertad masculina.

Es decir, afinan el criterio y permitirán en el futuro la inclusión de aquellas deportistas que comenzaran a «transicionar» antes de los 12 años y no ya en en una edad desarrollada, como es el caso de la mediática Lia Thomas, a la que la nueva medida frena su progesión.

La nadadora de la Universidad de Penn State ha copado cientos de titulares por su particular caso: pasó del puesto 462 del ranking cuando nadaba como hombre a conquistar las 500 yardas en la Division I de la NCAA. 

Su caso, que no es el único, ha sido, sin embargo, el más sonado y el detonante para que la FINA pusiera el asunto sobre la mesa y llevara al consejo su propuesta, que fue aprobada por e 70% de los miembros.

El efecto llamada

Después de la decisión de la FINA, la Liga Internacional del Rugby atendió al efecto llamada y ha tomado la misma decisión. Por su parte, el presidente de World Athletics (la federación internacional de atletismo), Sebastian Coe, apoyó públicamente la posición de su homólogo en natación, por lo que todo apunta a que el atletismo tomará el mismo camino.

La FIFA, por su parte, se encuentra revisando sus normas acerca de los futbolistas transgénero y han asegurado que estudiarán «caso por caso» para atender a las particularidades. 

¿Qué pasa con los Juegos Olímpicos?

El Comité Olímpico Internacional publicó a finales del año pasado una guía orientativa para que las federaciones tuvieran un foco con el que moverse por esta cuestión que nunca antes ha estado sobre la mesa de manera tan clara.

El máximo organismo olímpico se ha pronunciado en más de una ocasión en pos de la inclusión y se han mostrado tajantes con la idea de que nadie sea discriminada por ningún motivo de sexo o género. Sin embargo, a la hora de dictar normas que regulen la presencia de deportistas transgénero, el COI recuerda que es competencia de cada deporte. 

Justicia con el deporte femenino y ciencia, la base de los límites

La necesidad de dictar una serie de reglas y dejar claros los criterios de inclusión de los deportistas transgénero tiene el fin de proteger al deporte femenino y preservar la limpieza de la competición, sin perder de vista lo esencial de los valores sociales que van ligados al deporte.

Debe tener en la ciencia el lugar donde ampararse para que la respuesta a esta pregunta satisfaga a ambas partes de la historia: ¿tienen las deportistas transgénero una ventaja biológica por haber nacido hombres pese a reducir sus niveles de testosterona?

Pese a la defensa de algunos colectivos trans que luchan cada día por la inclusión pura; desde el otro lado, un reciente estudio de dos médicos de la Clínica Mayo de Estados Unidos es tajante en su respuesta: sí. 

«Lia Thomas es la manifestación de la evidencia científica. La reducción de testosterona no eliminó su ventaja biológica sobre el resto de mujeres por haber nacido hombre», concluía el estudio cuyos detalles pueden leerse aquí. 

La problemática que se plantea reside en lo injusto de que una mujer transgénero gane con cierta facilidad a una mujer biológica porque, pese al tratamiento, mantenga esa ventaja física que poseen los hombres de nacimiento. Por eso es necesario hallar la manera de proteger al deporte femenino y a la vez no cerrar a cal y canto la puerta a la inclusión: el límite está en la ciencia. 

París 2024 está a la vuelta de la esquina y los preolímpicos del próximo año serán clave para entender una nueva realidad del deporte que de las federaciones depende que se gestione como debe: el asunto, desde luego, es urgente.